martes, 22 de diciembre de 2015

Diario amargo de un desencanto

Cada película tiene su ritmo. Pueden ser rápidas y furiosas. O sosegadas. Andar a los tumbos o fluir como el buen bailarín de salsa sobre una pista. Ojo, hay películas maravillosas narradas a toda velocidad y bodrios insufribles que se mueven como tortugas, no vayan a creer, como algunos en los últimos años, que lento es sinónimo de bueno. Los grandes directores serán entonces los que saben encontrar el ritmo justo para narrar su historia. Si ven “La tierra y la sombra” (y ojalá la vean desde el próximo jueves, para que dure bastante en cartelera), ganadora en el Festival de Cine de Cannes de este año, de la Cámara de Oro, el premio que se le otorga a la mejor ópera prima (es decir, a una primera película de alguien) presentada en la competencia, entenderán cuando les digan que César Acevedo sabe de ritmo.

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